El entorno, las empresas, la economía, la tecnología, todo está cambiando a una velocidad extraordinaria, y cada vez resulta más complejo conseguir diferenciarnos y hacerlo de un modo sostenible. Es necesario tener muy presente que todos, empresarios, colaboradores, directivos, somos el resultado de lo que leemos, de lo que vemos, escuchamos… ¡hasta de lo que comemos! Y, por tanto, esclavos de los paradigmas, de los modelos de comportamiento, de los conocimientos, de la experiencia, de los éxitos y fracasos del pasado que hacen que no salgamos de un marco imaginario que delimita las fronteras de lo conocido.
Los productos y los servicios que ofrecen la gran mayoría de compañías son muy similares, lo que implica cuestionarse muchos hechos asumidos. Si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes. Es un buen consejo. Y hay una buena noticia: casi todo está por hacer. Lo complejo es conseguir poner en duda nuestro día a día. Y no se trata de una cuestión tecnológica, o económica. Hablo de un tema mucho más profundo: la actitud.
Las empresas deben reflexionar y priorizar, por encima de todo, el modo en que se relacionan con el cliente. Es fundamental, primero, empatizar con él, y después, lograr que sientan una experiencia al entrar en contacto con sus productos/servicios/marcas. Pasar de una orientación a producto a una experiencia, y hacerlo contando con el apoyo de todos los que forman parte de la empresa: directivos y colaboradores deben ser los primeros protagonistas de la diferenciación teniendo siempre presente que su mayor éxito no es otro que superar las expectativas del cliente.
Leí hace unos días un post de Marco Cimino (@mcimino) en que explicaba de un modo muy acertado cómo una empresa había conseguido transmitirle este tipo de “sentimiento”. Él tuvo un problema al comprar un producto, y pensó: no me lo solucionarán. Pero se equivocó: la empresa se volcó en él ofreciéndole una solución mucho mejor de lo que esperaba. Un claro ejemplo de buena actitud, y de innovación. Resulta que las empresas “normales” (las buenas, incluso) venden productos. Pero las empresas inolvidables, esas, promueven experiencias.
El próximo miércoles 21 de abril, la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Tortosa me ha invitado a ofrecer una conferencia para tratar estas cuestiones. Será un placer compartir con todos vosotros algunas de las claves que considero importantes para iniciar este viaje hacia la innovación. Un viaje con un destino claro: la memoria (el corazón, incluso) del “señor cliente”.
Conferencia sobre INNOvACIÓN