La empresa necesita al mundo, pero el mundo no necesita a la empresa. La primera lectura de este principio es que debemos tener un rol proactivo para lograr ese grado de diferenciación que nos permita “estar” y en ese sentido, la “Dirección de las empresas” tiene una gran responsabilidad, al fin y al cabo, la Dirección es quién tiene un rol de liderazgo, toma las decisiones más importantes, ayuda al equipo a seguir una hoja de ruta (si es que la hay) pero sobre todo tiene la responsabilidad de conseguir que las cosas pasen.
En mi trabajo como consultor sugiero la Dirección Innovadora se construye sobre tres ejes básicos: el Modelo de Negocio, el Modelo Operativo y un Sistema de Dirección. Este último es el “cajón de sastre”, más o menos ordenado, que gestiona visiones, ilusiones, valores, expectativas, el tiempo, conocimientos, herramientas y técnicas a través de una manera de hacer que etiquetaríamos como su “estilo”.
A lo largo de mi trayectoria, tanto desde la vertiente ejecutiva como desde la de acompañamiento a los clientes en los proyectos de cambio, puedo aseguraros que no es el modelo de negocio (aunque en muchos casos no fuera el que debería ser) ni el modelo operativo (aunque se encontrara muy lejos de la excelencia) sino la Dirección (el Management como dicen los americanos) la que limita la competitividad y la evolución de la empresa.
Las personas que hemos vivido la gran transformación de las herramientas que usamos en nuestro día a día en la empresa (pasando por el telex, el fax, el correo electrónico, los portátiles, los móviles de última generación con mp4, vídeos, conexión permanente…) sabemos valorar esta fantástica evolución, que nos ha llevado a utilizar herramientas que nos facilitan el trabajo y nos permiten tomar mejores y más rápidas decisiones.
Pero, cuando estas mismas personas hacemos la reflexión respecto a la Dirección de las empresas, ¿qué innovaciones podríamos mencionar que vayan más allá de las aportaciones que hizo Taylor a medidados del siglo XX?…. Poca cosa.
Si somos lo que comemos, lo que leemos o lo que escuchamos, como directivos somos esclavos de los paradigmas, de los modelos de comportamiento, de los conocimientos, de la experiencia, de los éxitos y fracasos que hemos tenido en el pasado, de los modelos más o menos generales que hacen que no salgamos de un marco imaginario que delimita las fronteras de lo conocido.
Contestando a la pregunta del título, seguramente todos diríamos aquello que jurídicamente corresponde o aquello que la “práctica del poder” nos marca en el día a día. Es decir, contestaríamos que nuestra empresa la dirige el propietario o el Consejo de Administración y/o el Director General, pero lo cierto es que quien verdaderamente dirige la empresa son, en la mayoría de casos, las ideas, modelos de actuación y conceptos absolutamente desfasados respecto a la nueva sociedad tanto de consumidores como de colaboradores.
Hoy en día cualquier proyecto empresarial debería perseguir de una manera persistente el objetivo básico de “superar las expectativas del cliente”, y esto difícilmente se logrará si no se trabaja la excelencia operativa y se cuestiona el modelo de negocio. Igualmente, será difícilmente asumible si no se propone también la innovación del sistema de Dirección como un eje prioritario de actuación.
La Dirección Innovadora comporta una nueva manera de hacer las cosas por parte de los directivos, y de los que tienen el poder del cambio. Y hacerlo comporta una ventaja sostenible respecto a los competidores.
Uno de los mensajes que constante y permanentemente comunico en mi trabajo es el concepto de visualizar la empresa a partir “del otro”, siendo el otro básicamente dos grupos fundamentales en la competitividad de cualquier organización: el señor cliente y los colaboradores. Ellos están predestinados a generar la diferencia y esto requiere volcar la organización, con una orientación a cliente y con un sistema diferente de poder, de comunicación (que en muchos casos es casi inexistente), valores, retribuciones, flexibilidad y visión de comunidad para que el otro perciba que le escuchamos activamente, que le queremos.
Es por eso que hoy dirigen nuestras empresas ideas y conocimientos desfasados, modelos y valores que no tienen en cuenta al otro, visiones endogámicas y éxitos que no serán repetibles.
Hoy en día ser directivo no es fácil, el liderazgo está siempre marcado por la prédica del ejemplo pero, como siempre, donde hay un problema hay una oportunidad. Y esta pasa por el cambio radical, o cuanto menos persistente, del sistema de la Dirección a partir del cuestionamiento de los hechos asumidos tanto de la empresa como del sector, empezando por el “número 1” y siguiendo por los directivos, para lograr primero la supervivencia y después una diferenciación sostenible.
En els moments de sacseig que estem passant, m’ha semblat que tenia que començar aquesta sèrie de reflexions de “repensarlaempresa” amb el tema de la Direcció encara que potser seria més lluït i pràctic, al menys a curt termini, preguntar-se i fer propostes sobre el què hem de fer a les empreses per sortir del toll de la crisis, però no us preocupeu que tot arribarà… Per centrar les coses, cal dir que tota empresa es construeix sota tres eixos bàsics que son: el Model de Negoci, el Model operatiu i un sistema de Direcció que es un calaix de sastre que gestiona, visions, il·lusions, valors, expectatives, el temps, coneixements, eines i tècniques a través d’una manera de fer que portaria l’etiqueta d’un estil.